lunes, 23 de junio de 2014

Pídeme lo que quieras III

Hola!!

Qué tal? Hoy acabamos la trilogía de Megan Maxwell hablando de Pídeme lo que quieras o déjame, que ya el título nos da una pista.



Pídeme lo que quieras, o déjame es una intensa y atrevida historia de amor, plagada de morbo y erotismo, en la que los protagonistas luchan por preservar su relación, a pesar de que el precio que tendrán que pagar por ello puede ser demasiado caro. 





Última parte de la famosa trilogía, seré breve porque en el fondo, es más de lo mismo…
No sé a cuento de qué vino este libro porque la historia quedó cerrada en el anterior, pero hay que aprovechar el tirón, supongo; ahora somos felices, estamos encantados, pero seguimos enfadándonos, reconciliándonos (con más sexo del mismo), nos enfadamos, nos hacemos amigos, enfado, reconciliación... Y un largo etcétera.

Lo que sí, en medio del enfado y de la reconciliación, ¡nos quedamos embarazados! Así que claro, nos enteramos con todo lujo de detalle cómo son esos nueve meses, que, en mi opinión, fueron los peores de la vida de Eric (y un poco también de mi vida lectora); así que sumadle al ‘afable’ y ‘lógico’ carácter de Judith las hormonas revolucionadas del embarazo… Exacto, desesperación a mansalva.

Una vez que llegamos al parto, algo digno de una película americana, descubrimos que hay personal médico que conoce el significado del tatuaje que lleva ella (tatuaje que da nombre a la trilogía, Pídeme lo que quieras, que fue motivo de gresca cuando se lo hizo sin ‘consentimiento’ de Eric, pero que luego le hacía la boca agua…); perdona? Qué listos somos todos a ratos…

¿Qué salvo sin duda de este libro? Otra vez, el personaje de Björn, que se encumbra cuando le suelta el discurso a Eric estando este en el hospital: el abogado se comporta como todo un amigo de esos que te llevarías a todas partes sin dudarlo, es un compañero como la copa de un pino que le canta las cuarenta a nuestro ex Iceman (que aquí sí que ya es la risa de lo que fue) haciéndole ver las cosas como son… ¡Bravo por Björn!

Y tampoco hay mucho más, señores; no lo había ni como para empezar otro libro… Así que, en general, esto es lo que me disgustó:

  • Trilogía no quiere decir más calidad, en este caso concreto, para mí, es pero y con mayúsculas: el primer libro estuvo muy bien, el segundo fue un total despropósito y este, aunque arregló algo el anterior (que no era muy difícil) sigue a años luz del primero.
  • El relleno en una historia puede ser ‘bueno’ si se usa con prudencia y moderación, pero no me puedes dar una trilogía con tres cuartas partes de relleno, no señor, eso es trampa.
  • Una de las peores cosas para mí fue el lenguaje: no hace falta ser barriobajero para describir una escena de sexo explícita. ¿Dónde quedó el decoro y el estilo? Está bien que quieras contarnos con detalles la relación de intercambio de parejas, pero es lo que dije en los anteriores, ¿hay que ser soez, vulgar? Para eso, prefiero que me cuenten dos detalles generales y ya la imagino yo…
  • Y me parece mal, pero la gente verá que somos todos mayorcitos, ese fanatismo absoluto que levantó esta trilogía en torno a Megan Maxwell. Que alguien te guste no significa que debas adular sin cuartel todo lo que publica, no todo es bueno y creo que es más sincero y más de agradecer que señales virtudes y fallos, de forma constructiva, por supuesto.

Y hasta aquí con esta trilogía que, empezó muy bien, pero que por el camino se estrelló estrepitosamente, en mi opinión.


Hasta la próxima entrada   ;)

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