jueves, 13 de agosto de 2015

Ollos de auga.

Hola!

¿Qué tal todo? Hoy os traigo una reseña algo distinta a las que suelo traer, os presento Ollos de auga (Ojos de agua en su traducción al castellano) de Domingo Villar.

Entre el aroma del mar y de los pinos gallegos, en una torre residencial junto a la playa, un joven saxofonista de ojos claros, Luis Reigosa, ha aparecido asesinado con una crueldad que apunta a un crimen pasional. Sin embargo, el músico muerto no mantiene una relación estable y la casa, limpia de huellas, no muestra más que partituras ordenadas en los estantes y saxofones colgados en las paredes. Leo Caldas, un solitario y melancólico inspector de policía que compagina su trabajo en comisaría con un consultorio radiofónico, se hará cargo de una investigación que le llevará de la bruma del anochecer al humo de las tabernas y los clubes de jazz. A su lado está el ayudante Rafael Estévez, un aragonés demasiado impetuoso para una Galicia irónica y ambigua, e incluso demasiado impetuoso para el propio Leo, que busca entre sorbos de vino los fantasmas ocultos en los demás mientras intenta sobrevivir a los suyos.


Debo de ser una de las pocas gallegas que quedaba por leer esta novela, pero así soy yo, a contracorriente siempre… El caso es que ya hace un tiempo que le tenía ganas, pero siempre acababa leyendo otros libros, hasta que por fin, la semana pasada cayó este en mi poder. ¿El resultado? Una semana para leerlo, a ratitos. Ciertamente, devoré la novela.

El ritmo de Domingo Villar, nacido en Vigo y en donde se desarrolla la novela, es ágil, no se hace pesado en ningún momento, ni siquiera en las necesarias descripciones que nos presenta; los personajes son sencillos pero no planos, representan a la perfección sus papeles; el desarrollo de la historia es gradual, sin grandes saltos con lagunas intermedias, pero tampoco deteniéndose en exceso. Está todo muy medido, pensado para que el lector, conozca o no la ciudad, disfrute del avanzar de la investigación.

No hay mucho negativo que pueda decir de la novela, la verdad; me sorprendió. Imaginé que me gustaría (no conozco a nadie a quien no le gustara), pero no pensé que aún días después seguiría con esta agradable sensación de un caso policial bien resuelto.

En mi caso, esta novela tiene dos plus añadidos: se desarrolla en la ciudad gallega de Vigo, ciudad en la que vivo; y como gallega que soy, la confrontación entre los dos personajes principales, el inspector Leo Caldas y el policía Rafael Estévez, me llama la atención, ya que en muchos de los tipos de respuesta que da el gallego al maño me veo reflejada (no negativamente, ni mucho menos).

En fin, que seáis o no gallegos, viváis o no en Vigo, os recomiendo esta novela. Se lee rápido, no se hace nada pesada y al final el sospechoso no es quien tenía todas las papeletas para ello, así que animaros con ella y después a por la segunda, que la tercera llegará para principios del año que viene.


Hasta la próxima entrada   ;)


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